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El líder "casi" consciente - Las hormonas de la felicidad

  • Aldo Rodríguez Trivero
  • 24 jun 2022
  • 4 Min. de lectura

Hablemos de las hormonas de la felicidad, no solo son mucho más gratas de abordar, ¡sino que tenemos la facultad de generar mucha más cantidad de lo que normalmente hacemos! La forma de hacerlo la enmarcaría bajo el paraguas de “celebrar la vida”. Me refiero a conectar con la gratitud, los afectos, la generosidad, la empatía, la escucha activa, la vulnerabilidad, el optimismo y el compartir. Me viene a la mente la reflexión filosófica de que “somos a través de los demás”. Esto que no solo es necesario para comprobar nuestra existencia, sino que indispensable para desarrollarnos personal y profesionalmente. En algún punto perdemos perspectiva de este hecho, y al igual que el avestruz metemos la cabeza en la tierra y nos encerramos en nosotros mismos. Por ejemplo, la simple práctica de la gratitud genera serotonina. Hacer un listado de cosas y personas sobre las cuales sentimos gratitud ya nos pone en sintonía. Compartirlo con otros, es un amplificador natural, generando efecto contagio y agrandando el ancho de banda.



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Una esposa le pide a su marido que acueste a los niños, que lo haga a la hora señalada y que cumpla con el ritual del pis, el cepillado de los dientes y el cuento y/o la canción de buenas noches. Todo el proceso lleva al menos 20 minutos y a veces mucha paciencia… El esposo a esa hora de la noche siente que se merece un descanso luego de otra ardua y agotadora jornada de trabajo. Ciertamente es así todos los días. Entendido el conflicto, la esposa le dice así “…todas las noches te pierdes la posibilidad de conectar con los niños, entiendo que estas cansado, ¡pero te lo pierdes…!”. El marido se da cuenta que debe al menos intentarlo de vez en cuando. Al hacerlo regularmente descubre que algo cambió en él y en sus hijos. Las hormonas de la felicidad están haciendo su trabajo, re energizan y contagian, ¡sanan y tocan el alma! De pronto sus vidas se están significando mutuamente, y lejos de consumirle más energía, ¡le devuelve por demás! Ya nunca se perderá esa oportunidad, y ya nada será igual. Fue entonces que me acordé de aquella conversación con un amigo filósofo en la que me dijo, “podes cambiar de matrimonio sin cambiar de matrimonio, podes cambiar de trabajo sin cambiar de trabajo”


En el trabajo, el ejercicio de agradecer se llama “reconocimiento” y a pesar de los muchos esfuerzos que hacemos los líderes, en general no lo tenemos tan a mano…


¿Qué nos priva y qué nos separa? ¿El tiempo? ¿La exigencia, la vara alta, el prejuicio de q se van a relajar? ¿Como hago para reconocerte algo que hiciste muy bien y al mismo tiempo no mostrarte mi decepción por el siguiente punto en la agenda del día?


¡Qué difícil responder a estos interrogantes! ¡Algunos hemos fracasado con todo éxito…! Resulta que hay una brecha enorme entre entender un concepto y saber aplicarlo. Todo aquello que separa una cosa de la otra es la práctica. Y la práctica solitaria implica una curva de aprendizaje más larga y angustiante. El apoyo de un coach, mentor o capacitador nos permite acortar los tiempos y mitigar la frustración de navegar de un error a otro hasta que finalmente acertemos. Son las famosas 10.000 horas de práctica las que nos darán maestría, pero no disponemos de ese tiempo en todos los dominios del liderazgo. Acá es donde recomiendo dejarse ayudar, enfocando la energía y los recursos en aquello que identificamos crítico. Pero por sobre todas las cosas, aquello que genuinamente queremos cambiar y que estamos dispuestos a hacerlo dedicándole tiempo y esfuerzo, aquello que consideramos un “must” y no un “nice to have”.


Me cuesta dejar sin responder los interrogantes de este párrafo, pero entiendan que las respuestas son múltiples. Cada caso involucra personas, y cada persona tiene un estilo de conducción, así como cada reporte una necesidad distinta en un momento dado. Diría que más allá de los estilos y las palabras, busquen momentos y espacios donde generar contextos de serotonina y oxitocina. Lo más relevante es que Uds. se permitan sentir gratitud y desde esa emoción transmitirla al otro. ¡Confíen en que las hormonas traspasarán la materia y producirán el efecto deseado en ambos! Eviten mezclar estos espacios con otros temas de agenda, sería ideal que esa emoción quede reverberando y resonando el tiempo que deba.


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Mientras escribía me vino esta pregunta y la imagen de Bugs. Algunos habrán rescatado algún concepto nuevo, otros habrán confirmado o recordado lo que ya sabían, tal vez con algún sustento técnico que no tenían a mano o a través de alguna anécdota que les sirvió para asimilarlo. Para mí, lo que hay de nuevo, es la posibilidad de reflexionar de nuevo, una vez más. La repetición de aquello que buscamos nos acerca a la meta. Aprendemos por repetición generando redes neuronales que en el uso quedan armadas como autopistas para la toma de decisiones hasta que se convierten en un acto reflejo. Cuanto más practicado es un concepto, se constituye en la via más rápida por ser menos costosa para el cerebro. Casi como el buscador de Google que potencia el resultado con las visitas.


El líder consciente es el que se hace cargo de lo que genera alrededor y busca de forma genuina y por ende coherente, alcanzar la misión promoviendo un espacio de seguridad psicológica a su alrededor. Esa seguridad que habilita al equipo a decir lo que piensa, expresar lo que siente y liberar su potencial. Aprendiendo y desaprendiendo habilidades una y otra vez hasta dominarlas. Mientras desarrollamos las habilidades necesarias para que esto suceda, permítanme decirles, somos líderes “casi” conscientes.




ALDO RODRÍGUEZ TRIVERO - Business Expert, Coach & Mentor

 
 
 

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